EL PODIO DEL MACBA

De una forma natural la ciudad se transforma y los espacios públicos cambian de finalidad. Es comprensible que en Ciutat Vella, con un déficit reconocido de espacio libre y de dotaciones públicas, se plantee optimizar la calidad de la vida urbana. En este sentido es razonable que, en la Plaza dels Àngels, se busque solucionar, de un lado, la pretensión de los gestores del MACBA de incrementar sus espacios museísticos, y por otro, dar salida a la eterna reivindicación del CAP en la antigua capilla de la Misericordia. 

Sin embargo, lo que no parece justificable es que, de paso, el Ayuntamiento proponga modificar el concepto de la urbanización de la plaza y del podio del edificio del MACBA, con la excusa de dotarlo de: «… espacio de estancia más sostenible y confortable, con árboles y vegetación, bancos o gandules… para adaptarla a los usos de su entorno y a los retos del siglo XXI.» . Estos argumentos seductores, no llegan a esconder la voluntad municipal de eliminar la actividad de los skaters. No es creíble que la sostenibilidad pida la destrucción de lo existente; que sea posible disfrutar de arbolado significativo sobre el actual techo del aparcamiento subterráneo o que sea el lugar adecuado para disponer de gandules para broncear turistas, un mobiliario a recoger por la noche para evitar el confort obligado de los sintecho. 

Por otro lado, no es creíble que la propuesta responda al deseo del maestro Richard Meyer, cuando la plaza se urbanizó siguiendo literalmente el proyecto del arquitecto, fruto de las conversaciones directas con el alcalde Maragall, en la que manifestó su voluntad de urbanizar la plaza con fidelidad con la forma de entender el espacio público en Barcelona y, en todo caso, es difícil imaginar que sea voluntad del arquitecto modificar el podio que es parte inseparable de la arquitectura del propio edificio. Diferente es, que su firma comercial se vea inducida a dar satisfacción al deseo municipal. 

Hoy en la plaza de los Ángeles dan pocas viviendas, sin embargo, hay que proteger el descanso de las familias del ruido de las tablas de los skateboards . A partir de las nueve de la noche, silencio.

Los materiales pétreos de la plaza no han sufrido deterioro significativo al cabo de casi treinta años. Tampoco el ejercicio del skateboarding, es delictivo, no perjudica la salud de los que lo practican- parece que se considera un deporte olímpico – y es un poco menos elitista que la náutica. Es verdad que el tipo de vestimenta habitual de los skaters, busca ser cómoda y tiene un toque alternativo, con diseños fuertes y accesorios que no pasan desapercibidos, como cinturones, gorras o cadenas. Los pantalones son de tiro bajo, bolsillos grandes y de corte de pierna ancho, se usan caídos y a veces dejan entrever un ribete de ropa interior. Las zapatillas y las protecciones también son características.

Puede ser que su imagen provoque rechazo o incomodidad a los posibles visitantes del MACBA.  Es cierto que socialmente, los skaters tienen un cierto punto de rebeldía, de no pagar el uso del espacio público, y probablemente de no votar. Como tampoco lo hacen los jóvenes de la pasarela de Louis Vuitton, nada respetuosos con el Parc Guell, ni los que participarán en la Barcelona World Race,  volteando al atardecer el próximo verano el Port Olímpic.

Si, algunos jóvenes no encontraran lugar en esta Barcelona impoluta que pretenden los que la puedan pagar y los que la administran.  Ellos, los skaters,  podrán hacer deporte urbano, nosotros ya no. Nosotros votamos y organizamos.  O quizás los jóvenes skaters tendrán que esperar a que los gestores del MACBA propongan organizar, una exposición de vanguardia haciéndose eco de la cultura urbana alternativa que en su día existió.

Skater. Foto. Rafa Cáceres

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